Cuando más empiezo a quererte es cuando te vas, cuando te esfumas y me abandonas en una noche cualquiera, en cualquier lugar. No importa. No te importa. No importo. Pero me gusta, y me gustas. Me gusta perseguirte, este juego que hemos inventado entre tu y yo, aunque a veces pierda la gracia cuando yo me voy y tu no me sigues.
No lo entiendo. A veces no consigo entender este juego. Te saltas las reglas y me haces más feliz de la cuenta, y entonces yo ardo, ardo junto a las instrucciones de este absurdo placer de perderte para luego encontrarte, las instrucciones que pautan cómo debo comportarme, que ponen el límite de esto, y entonces hay que volver a dibujar la dichosa línea de este tira y afloja, a veces un poco más cerca, pero otras... otras un poco más lejos. No se si llegará el día en el que traspasemos ese límite que mide los gestos y las palabras.
¿Qué pasará?, ¿estallaremos en pedazos o estallaremos en besos?
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