EL MUNDO SE DERRUMBA Y NOSOTROS NOS ENAMORAMOS.

¿Quien dijo algarabía? Llamémosle arte.

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 Creo poco en el amor y bastante en el sexo
 Ojala fuera cierto... 

Sería más fácil compartir con una persona de todo menos sentimientos. Nos ahorraríamos problemas, seríamos animales de instintos primarios. 
Pero es que yo soy una enamorada del amor, amor en todas sus formas. Muchas veces he deseado no haber despertado ese sentimiento nunca, porque una vez que empiezas no puedes parar, y llega a ser horroroso perder la cabeza por un par de ideas fuera de lugar.
Nos venden el amor como una simple coincidencia de sentimientos y ¡no! Es mucho más que eso. El amor no es besar, ni tener pareja, ni relaciones sexuales. No necesitas a otra persona para sentir amor, de hecho, no necesitas nada, solo que cualquier día, el menos pensado, se te vaya la cabeza y sin darte cuenta empieces a hacer planes disparatados e imposibles que ni siquiera sabes si algún día llegarán a cumplirse, castillos en el aire le llaman. Pero, al igual que hay gente que cree en Dios, todos necesitamos creer en algo, y no creo que haya algo más bonito que creer que el amor existe siempre en alguna parte de nosotros, siendo siempre esta lo mejor de uno mismo.
Las relaciones se toman y se dejan como si se tratara del consumo de productos dejando a nuestro paso un reguero de corazones rotos, tal vez el nuestro. Queremos relaciones profundas, seguridad y a la vez absoluta libertad para probar otras cosas. Queremos consumir y consumir pero nos aterra que nos consuman.


¿Nunca has sentido que te faltaba el aire, que no podías respirar, que se te quedaban las palabras atascadas en la garganta, que el dolor te taponaba los oídos y que lo único que necesitabas era salir corriendo de ese lugar?
¿Nunca has sentido que se te oprimía el pecho, que necesitabas gritar, que querías darte cabezazos contra cualquier pared, que necesitabas pagar todo lo que te pasa con algo, que las lagrimas salían con rabia?
¿Nunca has sentido que necesitabas estar sola, que no querías oír nada, que no querías pensar, que necesitabas pasear sin rumbo por cualquier lugar, que las cosas eran diferentes a como eran todos los demás días del año?
¿Nunca has sentido el impulso de salir corriendo, de necesitar desaparecer, de querer esfumarte, de no poder existir, de que tu sonrisa era imposible, de no poder contener las lagrimas? ¿Has tenido alguna vez miedo a no poder dormir?
 Esto es como una partida con las cartas marcadas. Ya sabes quien va a ganar, pero tienes que jugar hasta el final.